El extenso valle de Benasque es uno de los más bellos rincones del Pirineo aragonés. Situado en la parte más oriental de la Comunidad de Aragón, el valle se ubica entre los límites del valle de Arán, a su  derecha, y el valle de Gistaín, a su izquierda.

Su gran riqueza geológica que comprende más de 13 glaciares, los últimos del Pirineos; 95 lagos, numerosas cascadas, inmensos bosques, interminables valles, ríos de aguas cristalinas y montañas salvajes, junto con múltiples especies vegetales y animales, dieron lugar en 1994 a la creación del Parque Natural Posets Maladeta, un entorno natural salpicado de paisajes de elleza singular, rodeado por la mayor concentración de picos superiores a los 3.000 metros de todo el Pirineo, entre los que destaca el pico Aneto con 3.404 metros de altitud.

El valle se enmarca dentro de la comarca de la Ribagorza, atravesada por los ríos Ésera y Noguera Ribagorzana, cuyas aguas bravas constituyen el espacio ideal para practicar todo tipo de deportes de aventura.

El valle de Benasque brinda la oportunidad de entrar en contacto profundo con la naturaleza, ofreciendo a sus visitantes la posibilidad de disfrutar de un variado número de actividades en un entorno natural
privilegiado, pero también de descubrir mediante un paseo por las calles de los pueblos del entorno, la forma de vida y el carácter de sus gentes.

El valle de Benasque presenta innumerables muestras de arte románico lombardo, cuya importancia puede apreciarse recorriendo la llamada “Ruta del Solano”, que acercará al visitante hasta los pueblos de Eresue, Ramastue, Liri, Arasan y Urmella por una pista asfaltada y no muy transitada, apta para coches o como excursión en bicicleta. Para llegar a esta pista, hay que tomar la carretera que va desde  Benasque hacia Graus, y una vez pasado Eriste y el desvío del Santuario de Guayente, unas señales situadas a mano derecha, indican el camino a seguir atravesando el primitivo puente. Se trata de una ruta botánica, paisajística y monumental especialmente recomendable en verano y otoño porque además de ser una de las zonas más soleadas del valle, se disfruta de impresionantes vistas sobre el valle.

Además, de las poblaciones del entorno de Benasque, existen otros lugares que bien merecen la atención del viajero y visitante: el paraje del macizo del Turbón, la catedral de Roda de Isábena, los  monasterios de Obarra, Alaón y Pano; y las poblaciones de Benabarre, Bonansa y Graus. Comprender las costumbres, el folclore, la arquitectura, la gastronomía, las formas propias de habla y la historia del valle y su entorno, supone sin duda, una experiencia positiva e inolvidable que cautivará a cualquier paseante o viajero que se adentre a descubrirlas.

El espectacular entorno del valle de Benasque hacen de este lugar el espacio ideal para la práctica de multiples actividades deportivas, entre ellas los deportes de aventura que encuentran en esta zona un marco natural privilegiado, tanto en invierno, en sus estaciones de esquí alpino y nórdico, como en verano, en sus montañas plagadas de posibilidades, que junto a otras instalaciones preparadas para  actividades más sosegadas, hacen que sea un placer disfrutar de este rincón del Pirineo.